Algunos jugadores parecen haber llegado de la nada para ganar su primer título de Grand Slam en el Abierto de EE.UU. Para otros, levantar su primer trofeo en Nueva York era algo largamente esperado y, más a menudo que no, una cuestión de “cuándo” más que “si”.
Echamos un vistazo a los jugadores que ganaron su primer título de Grand Slam en el Abierto de EE.UU. y analizamos lo que llevó a su éxito en la Gran Manzana y lo que vino después en sus carreras.
Joven, talentosa y tímida, la prodigio adolescente Gabriela Sabatini no era ajena a la segunda semana de los Grand Slams. Desde su primera temporada completa en 1985 hasta su penúltimo año en el circuito más de una década después, la argentina alcanzó al menos una semifinal de Grand Slam en 11 años consecutivos.
Sabatini hizo varias llegadas profundas en los majors siendo joven, destacándose como semifinalista en Roland Garros en 1985, justo unas semanas después de cumplir 15 años. Llegó a las semifinales de Wimbledon el verano siguiente y luego avanzó a semifinales consecutivas en París en 1987 y 1988.
Cada vez, era una de las jugadoras más destacadas del circuito la que se interponía en su camino hacia su primera final de Grand Slam: Chris Evert en el Abierto de Francia de 1985; Martina Navratilova en las canchas de césped de Londres en 1986; Steffi Graf en la arcilla roja de París tanto en 1987 como en 1988.
Para cuando la argentina, de 18 años, llegó a su primera final de Grand Slam en el Abierto de EE.UU. de 1988, ya había acumulado un récord de 41-12 en torneos de Grand Slam y era una jugadora constante en el Top-10. Pero fue Graf quien nuevamente se cruzó en su camino. La alemana había perdido solo 10 juegos en su camino a la final, y el tan esperado duelo de semifinales entre Graf y Evert se convirtió en una no-contienda, ya que Evert se vio obligada a retirarse debido a una temperatura superior a los 40 grados y un virus estomacal la noche anterior.
Reciente de su pase a la final por walkover y en el mejor momento de su carrera, Graf derrotó a Sabatini para completar el Grand Slam del año, y más tarde, el “Golden Slam” con su triunfo olímpico. Sabatini tendría que esperar un poco más para tener su momento en el sol.
Casi llegó en 1989, cuando Sabatini alcanzó las semifinales del Abierto de Australia en su primera participación en Melbourne y luego estuvo cerca nuevamente en Nueva York, siendo Graf quien otra vez le arrebató la gloria en ambas ocasiones.
Una séptima derrota en semifinales de Grand Slam en 1990, esta vez ante Navratilova en Wimbledon, en solo su segundo torneo importante después de cumplir 20 años, hizo que algunos espectadores se preguntaran si Sabatini alguna vez lograría superar ese obstáculo. Pero esos temores se disiparon en Nueva York unos meses después, cuando la argentina finalmente lo logró.
Sabatini avanzó con fuerza en la primera semana del Abierto de EE.UU., perdiendo solo 13 juegos en cuatro partidos contra Kathy Jordan, Isabelle Demongeot, Sabine Appelmans y Helena Sukova. La argentina derrotó a Leila Meskhi de Georgia en los cuartos de final antes de pelear duramente ante la estadounidense Mary Joe Fernandez, 7-5, 5-7, 6-3, en uno de los mejores partidos del torneo.
No era una sorpresa que Graf estuviera esperando a Sabatini en la final. Graf había ganado sus seis enfrentamientos previos en majors, así como 18 de los 21 encuentros en total antes de llegar a Nueva York. Sin embargo, esta vez no hubo tropiezos, y fue Sabatini quien salió victoriosa con una victoria de 6-2, 7-6.
Sabatini continuó alcanzando los cuartos de final o mejor en los siguientes 13 majors y en 17 de los siguientes 20, pero su segundo título de Grand Slam en singles se le escapó. Estuvo cerca varias veces, notablemente cuando perdió un thriller 6-4, 3-6, 8-6 ante Graf en la final de Wimbledon de 1991 y al llegar a las semifinales de los tres primeros majors de la temporada 1992.
Sabatini nunca alcanzó el No. 1 del mundo, ni siquiera el No. 2, pero no se podía negar el talento increíble de una jugadora que se sentía casi incómoda bajo los reflectores. Lamentablemente para Sabatini, sus años de esplendor coincidieron con los de tres jugadoras seguras del Salón de la Fama.
Evert estaba al final de su carrera estelar a mediados de los años 80, cuando Sabatini irrumpió. Pero su salida solo abrió la puerta para que Navratilova brillara, hasta que el dominio de Graf arrasó con casi todo el tenis de los años 90, redefiniendo el juego para su generación, hasta que las hermanas Williams llegaron al circuito.
Sabatini podría haber ganado muchos majors. En cualquier otro momento de la historia, probablemente lo habría logrado. En cambio, nos queda el dulce recuerdo de su único título de Grand Slam en la ciudad de Nueva York y el día en que finalmente venció a Graf en el escenario más grande del tenis.